20 mayo, 2007

Huellas


En el estribillo de una canción escuché ¿qué cosa quedará de mí del tránsito terreno?


A veces, especialmente cuando he dado un paseo por el casco antiguo, viendo un edificio he pensado cómo sería la vida de las personas que lo construyeron, ¿qué le habría sucedido al albañil puso el ladrillo que veía en aquella pared el día que lo colocó?, ¿cómo era su vida?.

Lo que vemos en la imagen de arriba es un detalle del arco que está justo detrás de la Puerta del Perdón, por la que se accede al Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla. Casi nadie repara en este detalle, se asoman al Patio para contemplar la Giralda y la Catedral.


Tal vez no queden registros de qué artesano realizó este trabajo. Como en tantos ejemplos que podemos poner, hay cosas que simplemente se hacen, por el extraño arte de magia del trabajo anónimo: Un mar de historias escondidas y olvidadas que hacen que funcionen las cosas.

06 mayo, 2007

La sombra de la luz

Luz y sombra, como vida y muerte: dos partes de un todo.
La vida esta plagada de luces y sombras, de risas y llantos que se suceden en este breve instante del tiempo que nos toca vivir; en este, nuestro perpetuo presente mutable que se desvanece de continuo.
En este viaje por el "ahora" que nos conduce por la vida, abrimos y cerramos puertas, nos abren y nos cierran puertas; somos guiados y somos guías a la hora de elegir las puertas que decidimos abrir o intentar abrir, y las que decidimos dejar cerradas.
Acabo de perder a uno de los guías que han llevado mi vida hasta mi ahora actual: mi padre. Lo que aprendí de él por acción o por omisión, por sus aciertos y sus errores, los recuerdos tan vivos que conservo, el profundo cariño que siento por él y la experiencia de su ausencia definitiva se funden en un sentimiento nuevo para mi que, por mas que conocido y experimentado a través de los otros, aún siendo muy cercanos, o tal vez por ello, no deja de conmover lo más profundo de mi ser.
El tiempo me lleva adelante, no puedo retorcerlo para revivir mis experiencias pasadas, no puedo pararlo ni alargarlo, me arrastra con su terrible corriente imparable, en la que flotan los flecos del recuerdo entremezclados con los de este mismo instante, que ya es pasado.
Sigo adelante, viviendo con, por y para mí y los míos, siendo espectador y actor de esta extraña escena cuyo fin, aunque conocido, no alcanzo a imaginar. Sigo adelante, siendo un fleco más, casi imperceptible, en la memoria del instante.
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