18 febrero, 2007

Hervás

Una calle en el atardecer del verano.

Tomando el fresco en la calle a las puertas de su casa una mujer sentada en una silla parece disfrutar de unos momentos de quietud y reposo.

Su actitud parece elocuente, complaciente con los críos que la rodean, a pesar de duro trabajo que acarrean. Un tendedero con ropa parece dar señales del trabajo realizado

Tal vez esos momentos aparentemente intranscendentes, con los que llenamos sin darnos cuenta nuestra vida, sean la verdadera felicidad. Tal vez sea ese estado en el que, por el cansancio o el abandono, conseguimos ausentarnos de todo aquello que creemos que nos falta, de todo aquello que nos hace infelices aún sin saberlo.
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