12 febrero, 2012

Castro Arenes


Tomé esta foto el verano pasado,en los acantilados de Castro Arenes (Asturias).

Ahora, en una mañana de domingo de principios de febrero, en plena ola de frío -solo dos grados-, en un momento en el que siento que cualquier otra cosa será siempre lo mejor, contemplo la imagen de un día en el que no existían ni sombras de dudas ni desánimo y siento añoranza del sosiego y la paz a orillas del Cantábrico.

Es curioso cómo nuestro estado de ánimo nos condiciona. Nuestras razones y sinrazones nos llevan a través del mar de nuestros sentidos y sentimientos, con las seguridades y las dudas de cada cual, hacia el destino de la felicidad o los tormentos, y toda su amplia gama de estados intermedios.

Cuando me levante de esta silla sequiré navegando por mi mar particular, siguiendo un rumbo que, en contadas ocasiones, me hace arribar al puerto del desánimo pasajero.
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