Por sólo dos euros
Los últimos años hemos huido del calor estival de nuestra tierra para pasar unos días en Asturias, buscando un poco de descanso.
Uno de esos días bajamos a Ribadesella para ver el mercadillo de los miércoles y de paso dar una vuelta por el paseo marítimo y el puerto.
Tras compramos unos deliciosos quesos de la tierra, nos dirigimos al puerto. De camino, encontramos unos puestos de artesanía que habían montado en el paseo. Todo así como un poco alternativo. Unos cuantos tenderetes y al final, una pequeña atracción para niños.
La rusticidad de aquel sencillo tiovivo encajaba en todo aquel tinglado “alternativo”. Un artilugio de madera movido por pedales... Sorprende ver una atracción así frente al terror tecnológico que entretiene a los niños de hoy.
Me resultaba fascinante que ese artefacto de madera y pedales pudiera tener hueco hoy día, entre ordenadores, videoconsolas y dibujos animados de monstruos galácticos. Este pequeño tiovivo me conmovió más allá de la inicial sorpresa, especialmente por la lástima que me inspiraba el poco éxito que aparentemente tenía.
Al acercarme ví el letrero que aparece en la fotografía y, por un momento, casi conseguí verme de pequeño, montado sobre una serpiente voladora que me llevaba alrededor del mundo.