28 octubre, 2008
26 octubre, 2008
Otoño
Sobre un suelo verde, lleno de plántulas, esta hoja de parra multicolor anuncia la llegada del otoño.
Más allá del equinoccio, más allá de las lluvias, más allá del fresco de las mañanas, más allá del cambio de horario, los tonos ocres, amarillos y rojizos de la vegetación y las puestas de sol contrastan con la luz más fría de los días que se acortan.
Dejo atrás la astenia del calor sofocante y empiezo a vivir mi primavera particular, primavera sin polen, otoño lleno de contrastes sutiles y evocadores.
Más allá del equinoccio, más allá de las lluvias, más allá del fresco de las mañanas, más allá del cambio de horario, los tonos ocres, amarillos y rojizos de la vegetación y las puestas de sol contrastan con la luz más fría de los días que se acortan.
Dejo atrás la astenia del calor sofocante y empiezo a vivir mi primavera particular, primavera sin polen, otoño lleno de contrastes sutiles y evocadores.
Texturas
Sobre una construcción romana, en mitad de la sierra, encontré esta afloración de líquenes.
Sobre el vacío yermo de la piedra surge esta forma de vida, y al contemplarla me pregunto cómo sobre el frío poliedro de un sillar, la energía sigue su curso de transformación; en el anonimato más severo, pero creando sin embargo esta multitud de colores y texturas.
08 octubre, 2008
Parar un instante.....
Camino a casa, de vuelta tras un fin de semana fuera, paramos un instante en el arcén de la carretera para estirar las piernas y respirar profundo el fresco aire de un día de fines de invierno.
Al alzar la vista me encontré con este paisaje azul, blanco, gris y verde.
Tierra, cielo y agua comprimidos en una imagen.
Últimamente no reparo en la importancia de esos momentos en los que debes parar para intentar comprender dónde estás y cómo te encuentras; esos altos que necesitamos hacer en el camino cotidiano para buscar un sentido a nuestra existencia - si es que acaso tiene alguno más que no sea el de la propia existencia-. Pasa el día en un suspiro sin poder comprender cómo ya son las doce, sin energía para nada y sin recordar qué he sacado en claro del día para mí.
En algunas ocasiones, cuando consigo parar un instante, recuerdo el estribillo de una de mis canciones favoritas "...se quiere otra vida..." . Acto seguido retomo el sentido práctico y pienso que, al menos, tengo un estupendo sofá en el que tumbarme para intentar sacarle todo el jugo posible a esos instantes en los que consigo abstraerme de la sensación de "!!!qué poco me ha cundido el día hoy¡¡¡" que puebla muchos de estos días que me ha tocado vivir.