12 febrero, 2012

Castro Arenes


Tomé esta foto el verano pasado,en los acantilados de Castro Arenes (Asturias).

Ahora, en una mañana de domingo de principios de febrero, en plena ola de frío -solo dos grados-, en un momento en el que siento que cualquier otra cosa será siempre lo mejor, contemplo la imagen de un día en el que no existían ni sombras de dudas ni desánimo y siento añoranza del sosiego y la paz a orillas del Cantábrico.

Es curioso cómo nuestro estado de ánimo nos condiciona. Nuestras razones y sinrazones nos llevan a través del mar de nuestros sentidos y sentimientos, con las seguridades y las dudas de cada cual, hacia el destino de la felicidad o los tormentos, y toda su amplia gama de estados intermedios.

Cuando me levante de esta silla sequiré navegando por mi mar particular, siguiendo un rumbo que, en contadas ocasiones, me hace arribar al puerto del desánimo pasajero.

22 agosto, 2010

Por sólo dos euros


Los últimos años hemos huido del calor estival de nuestra tierra para pasar unos días en Asturias, buscando un poco de descanso.

Uno de esos días bajamos a Ribadesella para ver el mercadillo de los miércoles y de paso dar una vuelta por el paseo marítimo y el puerto.

Tras compramos unos deliciosos quesos de la tierra, nos dirigimos al puerto. De camino, encontramos unos puestos de artesanía que habían montado en el paseo. Todo así como un poco alternativo. Unos cuantos tenderetes y al final, una pequeña atracción para niños.

La rusticidad de aquel sencillo tiovivo encajaba en todo aquel tinglado “alternativo”. Un artilugio de madera movido por pedales... Sorprende ver una atracción así frente al terror tecnológico que entretiene a los niños de hoy.

Me resultaba fascinante que ese artefacto de madera y pedales pudiera tener hueco hoy día, entre ordenadores, videoconsolas y dibujos animados de monstruos galácticos. Este pequeño tiovivo me conmovió más allá de la inicial sorpresa, especialmente por la lástima que me inspiraba el poco éxito que aparentemente tenía.

Al acercarme ví el letrero que aparece en la fotografía y, por un momento, casi conseguí verme de pequeño, montado sobre una serpiente voladora que me llevaba alrededor del mundo.

26 marzo, 2009

Munigua












17 marzo, 2009

Cerro del Hierro



En el Cerro del Hierro hay una antigua mina, abandonada en los años ochenta.
Está situado en la Sierra Norte, en la provincia de Sevilla, entre las localidades de Constantina y San Nicolás del Puerto.
La erosión y siglos de explotación minera le han dado este aspecto.
Perdiéndome entre sus cárcavas y túneles encontré estas imágenes.

28 octubre, 2008

Corteza


Sobre la leña muerta de una encina crecía este pequeño hongo, que asoma entre los restos de la corteza. La luz de sol iniciaba su diaria caída hacia el ocaso, realzando las luces y sombras de este falso blanco y negro con la calidez de un hermoso día de campo.

26 octubre, 2008

Otoño

Sobre un suelo verde, lleno de plántulas, esta hoja de parra multicolor anuncia la llegada del otoño.

Más allá del equinoccio, más allá de las lluvias, más allá del fresco de las mañanas, más allá del cambio de horario, los tonos ocres, amarillos y rojizos de la vegetación y las puestas de sol contrastan con la luz más fría de los días que se acortan.

Dejo atrás la astenia del calor sofocante y empiezo a vivir mi primavera particular, primavera sin polen, otoño lleno de contrastes sutiles y evocadores.

Texturas


Sobre una construcción romana, en mitad de la sierra, encontré esta afloración de líquenes.

Sobre el vacío yermo de la piedra surge esta forma de vida, y al contemplarla me pregunto cómo sobre el frío poliedro de un sillar, la energía sigue su curso de transformación; en el anonimato más severo, pero creando sin embargo esta multitud de colores y texturas.

08 octubre, 2008

Parar un instante.....


Camino a casa, de vuelta tras un fin de semana fuera, paramos un instante en el arcén de la carretera para estirar las piernas y respirar profundo el fresco aire de un día de fines de invierno.
Al alzar la vista me encontré con este paisaje azul, blanco, gris y verde.

Tierra, cielo y agua comprimidos en una imagen.

Últimamente no reparo en la importancia de esos momentos en los que debes parar para intentar comprender dónde estás y cómo te encuentras; esos altos que necesitamos hacer en el camino cotidiano para buscar un sentido a nuestra existencia - si es que acaso tiene alguno más que no sea el de la propia existencia-. Pasa el día en un suspiro sin poder comprender cómo ya son las doce, sin energía para nada y sin recordar qué he sacado en claro del día para mí.

En algunas ocasiones, cuando consigo parar un instante, recuerdo el estribillo de una de mis canciones favoritas "...se quiere otra vida..." . Acto seguido retomo el sentido práctico y pienso que, al menos, tengo un estupendo sofá en el que tumbarme para intentar sacarle todo el jugo posible a esos instantes en los que consigo abstraerme de la sensación de "!!!qué poco me ha cundido el día hoy¡¡¡" que puebla muchos de estos días que me ha tocado vivir.
Libro de Visitas
Contador de visitas